Entrevista a Ander López Allende, Subdirector del Funicular de Artxanda.
“Sin duda con lo que más disfruto es viajando
dentro del funicular como un usuario más, mientras pienso en su pasado, una historia
que muchas personas desconocen”.
El funicular de Artxanda es emblemático y lleno de historia en cada una de sus piezas, desde su inauguración en 1915 miles de pasajeros han recorrido los 770,34 metros dentro de los vagones de este funicular que ha sobrevivido incluso a un bombardeo en la Guerra Civil.
El funicular de Artxanda es emblemático y lleno de historia en cada una de sus piezas, desde su inauguración en 1915 miles de pasajeros han recorrido los 770,34 metros dentro de los vagones de este funicular que ha sobrevivido incluso a un bombardeo en la Guerra Civil.
- ¿Cómo se trabaja la seguridad en un elemento de estas
características?
- Esta instalación se rige en base a la normativa de
transporte por cable. Nosotros básicamente nos encontramos con la misma configuración
que un ascensor: los vagones, en vez de hacer contrapeso, van unidos por un
mismo cable y accionados por un motor que lo que hace es ayudar cuando la
pendiente es especialmente marcada y no
puede con la propia descompensación de
las cargas.
De esta manera, para nosotros la seguridad fundamental es
evitar los movimientos no controlados de los coches, de los vagones. Para eso
tenemos varios dispositivos previstos como controles de velocidad, de
posicionamiento y, lo más importante, los frenos. Porque tenemos frenos en el
cuarto de máquinas y en los propios vagones para cubrir un hipotético caso de
ruptura de cable. Esos son los elementos de seguridad fundamentales.
- La prevención es fundamental, pero ¿qué porcentaje de
accidentalidad puede tener un funicular o el vuestro en concreto?
- El funicular de Artxanda en más de 100 años ha tenido un
solo accidente, en 1976 y sucedió por un cúmulo de errores y circunstancias. Es
un accidente muy conocido porque mientras estaban haciendo una operación de cambio
de cable, no hicieron la maniobra correctamente, los frenos tampoco estaban
como tenían que estar y el vagón se fue hasta abajo.
- ¿El vagón vacío?
- La verdad es que estaban cinco operarios de
mantenimiento en ese momento. Cuatro de ellos, mientras el vagón descendía
descontroladamente saltaron en viaje, sufriendo lesiones bastante graves. El
quinto no se atrevió a saltar y antes de llegar a la estación de abajo e
impactar con el otro coche que estaba en la estación de abajo, del miedo o por
la tensión de la situación se tiró al suelo y
perdió el conocimiento. El vagón que bajaba descontrolado chocó contra
el vagón que está en la parte inferior del trayecto y se desintegraron por
completo porque eran los antiguos coches construidos de madera. ¿Y cuál fue la
sorpresa? Cuando los compañeros y los bomberos fueron a rescatar el cuerpo,
porque daban por hecho que había fallecido, apareció entre los escombros de
madera con algún golpe en la cabeza y algún diente roto. La anécdota, que tiene
un toque muy bilbaína, es que el operario se miró la muñeca y al ver que no
tenía el reloj, quiso ir en busca del reloj.
- Solo un accidente en 100 años, es una buena estadística.
- Sí, ese ha sido el accidente más grave que hemos tenido.
Sí que es cierto que eventualmente tenemos incidencias derivadas de una parada
brusca al entrar en acción algún sistema de
emergencia de frenado. En esas situaciones las personas que van dentro
igual chocan contra las paredes o cristales del vagón, pero accidentes
realmente serios solo hemos tenido uno.
- ¿Habéis hecho muchas mejoras y modificaciones a lo largo
de este tiempo?¿O se mantiene su esencia original?
- En 1976, a raíz de aquel accidente el funicular quedó
totalmente inutilizado. Entonces, por presiones vecinales, ya que el funicular
siempre fue un elemento de los vecinos del barrio y, por supuesto, de Bilbao,
se decidió reconstruirlo. Aunque se puso sobre la mesa el dilema de si
reconstruirlo basándose en el original o viendo el precedente ocurrido con el
accidente hacer uno nuevo. Finalmente se decidió hacer un funicular totalmente
nuevo. Todo lo que había se tiró y se empezó de cero. Además, fue curioso,
porque en aquel entonces también había crisis y había paro, por lo que el
Ayuntamiento decidió traer de fuera lo mínimo imprescindible e intentar hacer
todo con empresas de aquí. Se compro el diseño de la ingeniería de fuera, se
trajeron los planos de construcción por avión y se construyó todo con empresas
de aquí en seis meses. En ese proceso, se documentó hasta el último tornillo
del funicular, con lo cual podríamos hacer otro nuevo con toda esa información,
algo sorprendente que hoy en día no se suele tener. Aquel funicular que se
construyó en el 83 estaba asentado bajo todas las bases y normativas de
seguridad modernas. A día de hoy sigue siendo un funicular moderno en ese
sentido. Si hoy se hiciera un nuevo funicular tendría los mismo dispositivos y
controles de seguridad que tiene este, en aquel entonces este funicular era
como un avión. Tiene conceptos punteros de seguridad como la redundancia,
incluso existen PCs independientes que uno controla y el otro le vigila. Se
controlan y vigilan mutuamente. Otra novedad que tenía era el sistema de
frenado: los frenos de polea tienen ABS, de esta manera no es un todo o nada.
- ¿Qué recuerdas del funicular original, aquél que se
construyó hace más de 100 años?
- Hoy en día si quisieras ver cómo era más o menos nuestro
funicular solo tienes que ir a visitar el funicular de Igueldo, ¡funciona todo
de maravilla después de 100 años! Los conceptos antes eran más mecánicos, sin
embargo ahora lógicamente son más electromecánicos.
- Una de vuestras rutinas de seguridad es: todos los días,
lo primero, un viaje sin pasajeros.
- La normativa de transporte por cable, que es por la que
nos regimos, dice que todos los días tiene que haber un viaje de prueba sobre
todo en este tipo de instalaciones que están abiertas. Imagínate que ha habido
un desprendimiento o que ha caído un árbol. En este viaje además se aprovecha
para probar todos los dispositivos de seguridad y todas las paradas de
emergencia. Se prueba a diario y es una de las cosas que, aunque parece una
tontería, es lo que más seguridad redunda en la instalación. Probar todo todos
los días es una costumbre muy positiva. A veces las cosas fallan porque
simplemente no se habían probado. Anualmente existen otro tipo de pruebas para
comprobar, por ejemplo, la carga de frenos, pero este tipo de pruebas se suelen
hacer de noche porque son más complejas.
- ¿Cómo son vuestros simulacros?
- Estamos obligados a hacer simulacros y al año solemos
hacer uno. Aprovechamos cualquier pequeña incidencia para activar cualquier
protocolo de actuación. Por ejemplo, hace unas semanas tuvimos un pequeño
incidente y a la hora de evacuar el funicular lo utilizamos para hacer un
simulacro. Además, tenemos un plan de autoprotección, un plan de emergencia
para este tipo de casos en el que se aplica el protocolo que está establecido.
- ¿Cómo te gustaría ver el funicular dentro de 100 años?
- Es una pregunta que yo también me hago. Técnicamente me
gustaría que el funicular estuviese conservado en perfecto estado. Nuestra
filosofía es la de conservarlo como el primer día. Esta instalación ya tiene 35
años y el mantenimiento que se le da es impresionante. Otro tipo de
instalaciones se suelen dejar morir, sin embargo, aquí tenemos personal propio
de mantenimiento por lo que el cuidado es constante. En cuanto se escucha un
ruido diferente o se detecta un olor extraño sabemos exactamente qué es lo que
le está pasando a la maquinaria. Este funicular está hecho para ser mimado.
Artículo elaborado por: Zuriñe Álvarez
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