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"La piel tiene memoria". Tomar el sol sí, pero protegidos

Cada 13 de Junio se celebra el Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel y este año, bajo el lema “La piel tiene memoria”, la Asociación Española Contra el Cáncer, dio a conocer los datos del estudio del Observatorio del Cáncer sobre protección solar.
Los resultados del estudio indican que a partir de los 10 años, los padres comienzan a descuidar la protección de sus hijos en las exposiciones prolongadas al sol. Y que casi el 50% de los jóvenes de entre 16 y 24 años están expuestos al sol en las horas centrales del día, cuando las radiaciones son más intensas y dan menor importancia a los diferentes tipos de protección.
Los expertos en esta materia coinciden en la necesidad de utilizar cremas solares, como la única manera de prevenir los efectos perjudiciales que el sol puede producir en nuestra piel.
Nos hemos puesto en contacto con María José Etxaburu, profesional farmacéutica, para que nos explique qué pautas seguir a la hora de protegernos de la manera más adecuada, cómo elegir el factor de protección más adecuado, etc.


Pautas básicas para protegernos

María José hace hincapié en la idea de que la exposición solar es acumulativa. Los efectos que provoca el sol en nuestra piel no desaparecen de un año para otro, por ello es tan importante que la exposición solar durante la infancia esté absolutamente protegida mediante filtros solares adecuados. “Muchas patologías tanto en la piel como en los ojos, derivadas de la exposición al sol, no aparecen hasta pasados unos años, lo que dificulta el aprendizaje de la población sobre la necesidad de protección. Debemos incidir en la educación durante la infancia”.

Además no debemos olvidar que las horas centrales del día, en las que el sol incide más directamente en la tierra, son las más peligrosas. “Principalmente se debería evitar estar expuesto al sol desde la 12 hasta las 4 de la tarde y en especial, de las 2 a las 4 de la tarde en verano”. Hay que tener en cuenta esto incluso los días nublados, ya que tendemos a pensar que si no hay sol, no hay peligro. “Esta creencia es equivocada, ya que hay que tener en cuenta que los rayos ultravioletas atraviesan las nubes y pueden provocar quemaduras similares a las de los días soleados”.

Siempre debemos aplicar la crema media hora antes de la exposición y se deberá renovar cada dos horas, aplicándola en cantidad suficiente y cubriendo todas las partes del cuerpo que vayan a estar expuestas. Después de bañarnos, deberemos secar suavemente las gotas de agua que queden en la piel, ya que éstas pueden provocar un “efecto lupa” del sol y provocar peligrosas quemaduras. Así mismo, tendremos que evitar que la crema esté expuesta al sol, ya que los filtros, que son sustancias químicas, pueden verse alterados y perder su efectividad. María José nos da un pequeño truco para evitar que nuestras cremas se estropeen; verter la porción necesaria para cada día en un frasco más pequeño y guardar el envase en lugar seguro.
Tampoco hay que olvidar que las cremas tienen fecha de caducidad y sería mejor no utilizar los sobrantes de veranos anteriores, al menos cuando la exposición al sol va a ser prolongada. Por último, debemos asegurarnos de que la crema está homologada, posee filtros para los rayos UVA (responsables del envejecimiento cutáneo y cánceres) y UVB ( de quemaduras y cánceres) y por supuesto que el factor de protección elegido sea el correcto.


¿Cómo elegir el factor de protección adecuado?

No todas las pieles reaccionan de la misma manera frente al sol. Por eso, para saber qué nivel de protección necesitamos, deberemos conocer qué fototipo tenemos. Este viene definido por el color de la piel y del cabello, la tendencia a las quemaduras solares y la capacidad de bronceado de nuestra piel. Estas características son genéticas. Una vez conozcamos nuestro fototipo podremos saber qué nivel de protección nos conviene.




Protecciones especiales

María José nos explica que existen ciertas situaciones especiales en las cuales hay que tener una especial precaución y estos serían por supuesto los niños y los ancianos, las embarazadas , personas en tratamiento con medicamentos o productos sensibilizantes (existen muchos medicamentos que pueden producir fotosensibilidad; antiinflamatorios, antidepresivos, tratamientos hormonales, etc), con enfermedades de la piel (rosacea, lupus, herpes, acné, etc) o con antecedentes familiares de cáncer de piel, personas que hayan estado en tratamientos por quimioterapia, trabajadores al aire libre, etc.

Medicamentos fotosensibilizantes
En cuanto a los bebés, es tajante “

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